Cualquier verdadero imperio necesita vencidos a los que imponer sus condiciones y su medio de vida. El ejemplo más claro de esta necesidad es Yugoslavia que, al librarse por su cuenta de los nazis con su propio ejército partisanos, sin necesidad de esperar a las tropas rusas ni a las americanas, tuvo que ser bombardeado en 1999 para imponerle el estatus de nación vencida.
En mi opinión, en este hecho está el verdadero origen de la crisis actual, y de la cuesta de degradación económica y social por la que nos despeñamos: la Segunda Guerra Mundial generó unas condiciones socioeconómicas en las que sólo había posibilidad de cierto equilibrio mientras existieran dos bloques. Al hundirse la URSS, desaparece esa dualidad y se muestra en toda su crudeza el sistema propuesto por el tratado de paz: desaparición de cualquier defensa posible por parte de los Estados frente a los movimientos de capital, y dilución de la democracia, ya que los votos de un ciudadano no pueden salir de su país, pero las mercancías y las fábricas sí pueden. Estas normas desiguales, según avanzan en el tiempo y se consolidan, producen los efectos que hoy vemos y sufrimos en nuestras carnes: a nadie le importa lo que pidamos o decidamos, porque les basta con irse a 10 kilómetros , detrás de otra frontera.
El tipo de paz que se impuso sólo podía conducir a la concentración empresarial, el beneficio rápido y la destrucción de las naciones que la padecían. Cuando un país no puede decidir lo que le interesa comprar y lo que le interesa producir, es que es un país vencido, y por tanto, esclavo. Cuando un país no puede decidir el valor de su propia moneda, o se le castiga por limitar los flujos migratorios, es un país vencido.
Al final, todo fuimos Alemania, próspera pero invadida. ¿Os acordáis de lo que decía Helmuth Kohl del federalismo? “La república federal es un sistema tan bueno que es lo que te impone el enemigo cuando firmas una rendición incondicional…”
Pues el libre mercado, la libre circulación de personas y capitales en un mundo donde cada cual sólo puede votar y decidir en su territorio es lo mismo: una herramienta de los vencedores para perpetuar en los vencidos la condición de vencidos.

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Interesante artículo, mientras más endeudado esté un país más vende su soberanía a los intereses extranjeros. Lo peor, es que las generaciones venideras son las que pagan por el incremento de las deudas impagables.
Hay que reconstruir la democracia mundial con equidad e igualdad de oportunidades en cuanto a responsabilidad social de la humanidad